miércoles, junio 14, 2017

AMLO tenía la mesa de las alianzas puesta, pero la volteó y le bailó un zapateado

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, considera que Andrés Manuel López Obrador tenía puesta la mesa de la alianza política que necesitaba para ganar en 2018: la alianza “natural”, con comillas, hacia la “izquierda”, con comillas también, dado que a estas alturas de la política mexicana es difícil definir lo “natural” y lo “de izquierda”.
Todo lo que AMLO necesitaba hacer para fraguar esa alianza era decir que la quería y sentarse a negociar sus términos con los dirigentes del llamado “polo de izquierda”, mayoritariamente el PRD, pero también Movimiento Ciudadano, el inextinguible Partido del Trabajo, y sus respetivos gobernadores, legisladores y presidentes municipales.


El meollo del asunto

La mesa estaba puesta. El domingo pasado, durante la asamblea de Morena, López Obrador volteó la mesa y le bailó un zapateado encima. Rechazó toda alianza con el “polo de izquierda”, alegando que hay “sumas que restan” y planteando la elección de 2018 como “un plebiscito entre un régimen caduco o el cambio verdadero”.
Su estrategia es saltarse a los lideratos de los partidos que desprecia y quedarse con los votos de las bases.
La definición política del domingo tiene un doble costo: no pone al “polo de izquierda” a favor de AMLO y lo deja libre para negociar con otros actores, en particular con el PAN, la construcción de una alternativa de oposición anti-PRI y anti-Morena en 2018.

Aquí la columna

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