jueves, abril 06, 2017

Los rebeldes barbosos hicieron al PT una oferta que el calculador Bartlett no pudo rechazar

Pepe Cárdenas en su columna Ventana, de El Universal, expone que las Memorias de Adriano, emperador romano, dejan claro que la venganza es un plato que se sirve frío… eso sí, en caliente.
Miguel Barbosa no tardó en cobrar agravios pendientes a Alejandra Barrales, Dolores Padierna, Los Chuchos (Ortega y Zambrano) y demás leales a la tribu perredista dominante.
El astuto senador poblano, a quienes muchos veían como figura de ornato, mostró no ser un político de ocurrencias. Aniquilado tras declarar su amor a la causa de Andrés Manuel López Obrador, respondió cada golpe con tiros de precisión que dejan al partido-partido como el despojo de lo que algún día fue… ¿y ya no será?


El meollo del asunto

Barbosa amarró lealtades con nueve compañeros, perredistas y ex perredistas, a grado tal que formó un bloque parlamentario en torno a su figura. Algo inédito en el Poder Legislativo.
Tan pronto como él y su prole quedaron huérfanos, con la bendición papal del dueño de Morena, construyeron una alianza con un grupo que no pintaba ni pesaba, pero ahí estaba, presto para el “arrimón”. 
A los rebeldes “barbosos” no convenía quedarse sin emblema; hicieron al PT una oferta que no pudo rechazar el frío y calculador Manuel Bartlett, brazo armado de AMLO en el Senado.
La maniobra de los tránsfugas perredistas es hábil, maciza y precisa; busca quitarle al PRD posiciones: la vicepresidencia y una de las secretarías de la Mesa Directiva; la presidencia del Instituto Belisario Domínguez; la presidencia de ocho comisiones… y las secretarías de otras tantas.
Aquí la columna

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